No todos los aceites son iguales, y elegir el adecuado es esencial para garantizar la protección y el rendimiento óptimo de tu motor. El aspecto más importante a tener en cuenta es la viscosidad del aceite, ésta juega un papel fundamental en la lubricación y protección de las partes móviles del motor.
La viscosidad se refiere a la resistencia de un fluido a fluir. En el caso de los aceites lubricantes, se mide en unidades conocidas como grados SAE (Society of Automotive Engineers).
Los aceites con una viscosidad baja se consideran “delgados” y fluyen más fácilmente, mientras que los aceites con una viscosidad alta se consideran “gruesos” y fluyen más lentamente.
Si el aceite es demasiado delgado (baja viscosidad), no proporcionará una lubricación adecuada entre las partes móviles del motor, lo que puede resultar en un desgaste prematuro y daños.
Por otro lado, si el aceite es demasiado grueso (alta viscosidad), puede dificultar el flujo y la circulación, lo que lleva a una lubricación insuficiente y aumento de la fricción.
Si el aceite es demasiado viscoso, puede tener dificultades para circular por el sistema de lubricación, lo que puede provocar un mayor desgaste de las piezas móviles y una menor eficiencia del motor.
Por otro lado, si el aceite es demasiado delgado, puede resultar en un mayor consumo de aceite, depósitos dañinos y sellos con fugas.
En resumen, elegir el aceite adecuado con la viscosidad correcta es esencial para garantizar un rendimiento óptimo y una larga vida útil del motor.